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“Vivo en Finestrat porque siempre soñé residir en un lugar tranquilo y de belleza genuina”

“Vivo en Finestrat porque siempre soñé residir en un lugar tranquilo y de belleza genuina”

Joanna Jarecka eligió Finestrat para residir en esta nueva etapa de su vida en la que solo se dedica a escribir. Atrás quedaron sus años en Bruselas como directora del Departamento de Relaciones Internacionales en el Parlamento Europeo. Esta escritora comprometida con su tiempo quiere con sus relatos despertar el espíritu crítico de quienes, no dejando que se queden indiferentes ante la hipocresía, la soledad o los prejuicios con los que conviven a diario. En sus cuentos denuncia las injusticias y el dolor que hay en el mundo, pero siempre deja una fisura para el optimismo y para los sueños. Ella es el ejemplo de que es posible hacerlos realidad y por eso los finales de sus narraciones siempre ponen a sus lectores frente al espejo, con el fin de hacerlos salir de su zona de confort.

Fisuras” es el título de su último libro. ¿Cuántos anhelos, sueños o ilusiones del hombre y la mujer contemporánea se cuelan por las fisuras de este mundo globalizado?

En el mundo actual hay una serie de amenazas que afectan a nuestra vida, incluso, a veces, la destruye. Hablo de fenómenos como el terrorismo. Las guerras y los conflictos se han intensificado en los últimos años. Ucrania y, más recientemente, Israel y Palestina son un ejemplo. No trato de dar una clase de geopolítica, aunque en mis relatos pesa mucho lo que ocurre en el mundo, quizás sea deformación profesional, pero también pesa lo que pasa en ámbitos más cercanos, como la familia, que puede llegar a ser muy tóxica, o el abuso de poder, que se produce tanto a nivel internacional como nacional o regional. El dolor y el conflicto se ocasionan en cualquier ámbito de la vida del ser humano. Solo hay que mirar las estadísticas de la salud mental, publicadas por la Organización Mundial de la Salud. Estoy realmente asustada de ver cómo 300 millones de personas en el mundo sufren depresión, siendo Hungría, Portugal y Suecia los más afectados en el marco de la Unión Europea. Es evidente que estamos haciendo algo mal porque son países muy distintos y sus habitantes padecen la misma lacra. Deberíamos tomar nota y poner en marcha con urgencia políticas públicas, ya no digo para erradicar este mal, pero sí al menos para disminuir el número de personas afectadas. Todos estos temas son los que me preocupan e intento reflejarlos en mi literatura y lo hago contando una historia producto mi imaginación, que le pueda parecer al lector interesante. En mis relatos pongo énfasis en el dolor, pero también en la esperanza y en los anhelos porque soy una mujer optimista, serena, que cuando escribe se desnuda, y al tiempo que dejo visibles mis preocupaciones, también hago gala de un gran entusiasmo por la vida, por la gente, en definitiva, por lo bello que es vivir. En mi literatura hay humor y amor. Hay acción y hay reflexión. E intento que los finales sean sorprendentes, que estimulen el espíritu crítico de mis lectores.

Dice que, sin embargo, el ser humano siempre busca la posibilidad de soñar y hacer realidad sus sueños. ¿Tenemos siempre los mismos sentimientos y lo que hacemos es solo adaptarnos a los diferentes contextos de cada época histórica que nos toca vivir?

El afán de conseguir tus sueños, de vivir algo bonito, en definitiva, llegar a la felicidad, que es el móvil de los sueños. El propio acto de soñar en sí ya te hace ser feliz. Yo he soñado mucho en mi vida. He nacido en Polonia, en los tiempos del comunismo, en los que no se podía disfrutar de la libertad. Cuando yo soñaba en irme fuera, tenía que esperar porque no podía conseguir un pasaporte, ya que el poder te lo negaba. Las posibilidades de viajar eran muy reducidas. Yo hablaba francés, hablaba español y quería irme a Europa Occidental, que iba más con mi espíritu. Recuerdo nítidamente estos sueños, eran los que tenía cuando era una niña y una adolescente. Me sofocaba un régimen de opresión, del Partido Comunista polaco, y soñaba con salir de Polonia para comenzar mi vida. Tenía 100 dólares, era todo mi tesoro, y el diploma de Filología Francesa que cursé en la Facultad de Filosofía y Letras. Con este bagaje salí de mi país en cuanto pude para conquistarlos. He tenido también una gran suerte porque encontré un buen trabajo en la agencia de la ONU en Viena y empecé mi carrera profesional. Los seres humanos tenemos el privilegio de poder soñar, sobre todo porque cuando sueñas no hay límites.

¿Escribe relatos porque busca la concisión y, en definitiva, la esencia de la vida?

Es mi género favorito porque la concisión impone una cierta disciplina de pensamiento. Tienes que saber qué es lo que quieres transmitir. En mi caso, la literatura no es solo el placer de escribir cualquier cosa. No. Cuando me siento para escribir mi relato tengo claro el mensaje que quiero hacerle llegar al lector y quiero que lo que está leyendo no solo le parezca bonito, sino que le lleve a reflexionar. Por ello, intento que mis finales sean sorprendentes para que piensen en situaciones normales en nuestra vida cotidiana que, sin embargo, pueden estar llenas de  hipocresía o de prejuicios, por poner dos ejemplos. No puedo decir que haga pedagogía. Mi objetivo es ofrecerle al lector el placer de la lectura y animarle a mejorar el mundo que le rodea. Por este motivo focalizo la atención en nuestra existencia, no me interesa el pasado cuando escribo ni hago futurismo. Quiero centrarme en lo que pasa ahora porque he descubierto que en nuestro día a día la realidad supera la ficción.

Usted ha trabajado en Naciones Unidas. Vivimos tiempos convulsos y parece que todas las instituciones que nos eran útiles para dar respuesta a los conflictos ya no lo son. ¿Estamos ante el final de una etapa?

Conozco la institución de Naciones Unidas porque he trabajado en ella varios años. Creo que necesita una reforma, aunque poner de acuerdo a los 198 países que la conforman es una quimera. Los diputados del Parlamento Europeo, donde he trabajado en estos últimos 20 años, se han preocupado y han realizado un informe para dar a Naciones Unidas más capacidad de acción, no solo de reacción, que muchas veces es solo diplomacia porque no lleva consigo hechos concretos que impidan parar el crimen, por ejemplo. No se ha resuelto ningún conflicto de los que hemos hablado gracias a la ONU y es decepcionante. Pueden llamar la atención de la gente, calmar conciencias, intentar mediar, pero el afán del poder es tal que con estos métodos no se llega a convencer. No se me interprete mal. Voy a ser más explícita con una frase de Blaise Pascal (matemático y filósofo 1623-1662) que dice “la fuerza sin ley es bárbara; pero la ley sin fuerza es impotente”. Creo que sí, que estamos ante una nueva etapa y, desearía que fuera mejor, y que hubiera diálogo y que nos escucháramos porque es la base de nuestra democracia.

Es polaca y vive a caballo entre Bruselas y Finestrat. ¿Qué tiene nuestro municipio para tener aquí su casa?

Soy una persona muy enamorada de la naturaleza. Estuvimos mi marido y yo aquí un par de veces y nos ha encantado el paisaje que hay entre la montaña y el mar. Siempre he soñado, y de nuevo vuelvo a los sueños, en vivir en un lugar tranquilo, con una belleza genuina y un poco salvaje, y con esta luz cálida que tiene el Mediterráneo. Cuando puse fin a mi vida laboral en la Unión Europea, para dedicarme por completo a la escritura, quise poder combinar mi vida de Bruselas, que me conecta con mi pasado, con la naturaleza de Finestrat. Me parece una combinación óptima.

 

 

 

 

 

 

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